Una de las cuestiones que he recibido en este mes a través de mail expresa una duda que se produce muy a menudo. ¿Tengo ansiedad o estrés? ¿El estrés produce ansiedad? ¿Cuál es la diferencia entre el uno y la otra?
Así que hoy vamos a despejar dudas…
Sufres Estrés cuando, ante situaciones vitales que pueden ser de lo más variadas, tú las recibes como excesivas o te ves sin recursos personales para poder afrontarlas con eficacia. Por ejemplo, acabas de llegar de vacaciones y se presenta tu jefe/a con una montaña de trabajo y te la pone encima de la mesa como si tal cosa, además te dice que lo quiere para ya!. Tú que tienes la cabeza todavía en estado postvacacional ves esa cantidad de trabajo como algo absolutamente inabarcable, sencillamente te ves incapaz de hacerlo pero la presión es mucha… En ese momento vas a desarrollar respuestas de estrés que te van a ayudar a movilizar tus recursos incluyendo la activación fisiológica correspondiente así como reacciones emocionales negativas de ansiedad, ira o depresión (miedo, enfado o tristeza).
La causa del estrés es por tanto la presencia de un factor estresante y éste puede ser de muy variada índole como por ejemplo factores laborales, personales, financieros, sociales, de salud, etc…
Cuando la respuesta frente a las demandas del medio interno o externo, son adecuadas, y asumibles fisiológicamente para el organismo, se habla de buen estrés, necesario para el funcionamiento del organismo y su adaptación al medio. Este es el caso que hemos puesto al principio del post. Pero si las demandas del medio son excesivas, intensas y/o prolongadas, y superan la capacidad de resistencia y de adaptación del organismo, hablamos de mal estrés, que, si es prolongado, genera disfunciones en nuestro organismo, favorece la aparición de las llamadas enfermedades de adaptación o psicosomáticas, provoca una sintomatología muy similar a la de la ansiedad y puede precipitar la aparición de la ansiedad patológica.
Por norma general toda la sintomatología del estrés suele desaparecer cuando el factor estresante se resuelve o adquirimos los recursos necesarios para hacerle frente, siempre y cuando no se haya instalado la ansiedad en el pensamiento. En este caso ya hablaremos y trataremos los síntomas como ansiedad patológica o desadaptativa.
La ansiedad es una reacción, emocional, física y cognitiva de alerta ante una amenaza que puede originarse sin que aparentemente nada la provoque directamente. Así mismo la ansiedad puede ser una respuesta emocional al estrés que continúa después de que un factor estresante haya desaparecido y que responde y crece a través de los pensamientos.
Para explicar mejor el concepto de ansiedad, pondré un ejemplo clásico; imagina a un hombre primitivo, vestido con pieles y armado con una rudimentaria lanza que avanza a través de la selva. De pronto, a unos metros, aparece un tigre dientes de sable. El hombre primitivo se lleva un susto impresionante y empieza a notar que pasan cosas en su interior, su corazón se acelera, sus músculos se tensan, siente calor, en su cabeza aparece una señal de peligro inminente y eso le hace actuar rápidamente para salvar su vida. Por tanto, cada vez que hay un peligro, el organismo reacciona de la misma forma, pensamos las mismas cosas, sentimos las mismas sensaciones y actuamos de forma similar. Esta reacción es ansiedad. La ansiedad es una respuesta innata de nuestra especie, que tiene como misión la supervivencia. Cada vez que nos encontramos en peligro, un peligro real, el circuito de la ansiedad se dispara respondiendo a las señales de miedo que genera nuestro cerebro de forma automática. Este tipo de ansiedad es lo que llamamos ansiedad adaptativa o positiva.
Sin embargo, también puede ocurrir que este aliado, nos traicione. Esto ocurre cuando la ansiedad aparece en situaciones totalmente inocuas, que no suponen riesgo o amenaza por si mismas como subir en ascensor, viajar en metro, salir a la calle…, cuando hay algo en juego y necesitamos actuar de una forma especial pero la ansiedad es desproporcionada ( como por ejemplo es el pánico escénico) o bien cuando solo con nuestros pensamientos y diálogo interno somos capaces de inducirnos un estado de miedo. Aquí es cuando hablamos de ansiedad negativa o patológica y genera los llamados problemas o trastornos de ansiedad.
Como veis la palabra miedo aparece tanto cuando hablamos de estrés como cuando hablamos de ansiedad de manera que éste no es lo que diferencia el uno de la otra. Lo que básicamente distingue ambos conceptos es que en el estrés son los factores externos, las demandas del medio, los que lo provocan y la ansiedad se dispara sin un motivo aparente.
Espero haber despejado vuestras dudas.
Si queréis leer algo más sobre los síntomas del estrés podéis leer ¿Cómo nos afecta el estrés? o ¿Qué hacemos cuando tenemos ansiedad? Aprendiendo a No pensar.
Como siempre estoy deseando leer vuestros comentarios y sugerencias.
Ah! y si todavía no tienes tu “Guía para afrontar la ansiedad. 10 Recursos imprescindibles” al pié encontrarás el formulario para solicitarla.
Feliz septiembre!!!
Macarena Mingorance
Psicóloga
Muy interesante y de mucha ayuda todas tus publicaciones.
Realmente eres una persona que vive para servir.
Dios te bendiga.