Los trastornos psicosomáticos son aquellos en los que experimentamos y comunicamos unos síntomas inexplicables desde el punto de vista médico. Que no son atribuibles a una enfermedad física y para los que han fracasado los tratamientos médicos habituales.
Estos síntomas físicos son excesivos para lo que cabría esperar por lo que se desprende de nuestra historia clínica y de las exploraciones médicas realizadas.
Se dan por una combinación de factores biológicos que nos predisponen al desarrollo de determinadas enfermedades, ambientales, sociales y psicológicos que van iniciar el desarrollo o exacerbar los síntomas de estas enfermedades.
Los trastornos psicosomáticos más habituales son:
• Trastornos cutáneos: acné, dermatitis, pruritos, eczemas, hiperhidrosis, urticaria y alopecia areata.
• Trastornos respiratorios: asma bronquial e hiperventilación, rinitis alérgica.
• Sistema inmunitario: cáncer, enfermedades infecciosas, alergias…
• Trastornos cardiovasculares: enfermedad coronaria, taquicardia, arritmia, hipertensión, estreñimiento, hiperacidez, colon irritable y dispepsia.
• Dolor crónico: cefaleas, migrañas, artritis reumatoide, fibromialgia.
• Trastornos endocrinos: hipertiroidismo, hipotiroidismo, diabetes y obesidad
• Problemas osteomusculares: tortícolis y cefaleas tensionales.
• Trastornos genitourinarios: dismenorreas, desórdenes menstruales.
¿Quien tiene tendencia a sufrir un trastorno psicosomático?
Las personas más proclives a padecer un trastorno psicosomático suelen ser aquellas que tienen dificultad para expresar sentimientos y/o para afrontar situaciones estresantes. Hay diferentes personalidades que se relacionan con determinadas enfermedades por su manera de entender y de enfrentarse a las situaciones.
• La llamada personalidad tipo A, que es aquella en que los sujetos se muestran hiperactivos, agresivos, impacientes y muy implicados en el trabajo, que siempre están bajo la presión del tiempo, es un factor de riesgo para padecer hipertensión y aquellas enfermedades encuadradas dentro de las cardiopatías isquémicas: angina de pecho, infarto de miocardio.
• En cambio La llamada personalidad tipo B, que es aquella en que los sujetos se muestran tranquilos, confiados y que expresan abiertamente sus emociones, no se asocia a ninguna enfermedad sino que actúa como un factor protector.
• La llamada personalidad tipo C, que es aquella en que los sujetos se muestran pasivos, conformistas, sumisos y con escasa expresión de sus emociones, es un factor de riesgo para padecer algunos tipos de cáncer.
Nosotros somos una entidad más allá de la suma de nuestro cuerpo y nuestra mente. Por eso determinados fenómenos mentales, como la ansiedad o el estrés, van a repercutir en el organismo. Por esta razón las terapias vayan encaminadas a la compresión de los mecanismos de esta interacción y a la generación de estrategias de afrontamiento para minimizar el impacto de los síntomas o para prevenir la exacerbación de los mismos.
¿Tienes dudas? ¿Te gustaría despejarlas?” Ya sabes que es mejor preguntar que dejar que tu mente de vueltas sin llegar a ninguna conclusión.